Como estrategia y estilo de comunicación, la asertividad se diferencia y se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la agresividad y la pasividad (o no asertividad). Suele definirse como un comportamiento comunicacional maduro en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos.
Es una forma de expresión consciente, congruente, clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia.
Es una búsqueda de equilibrio en nuestras acciones. Saber decir no, expresar nuestro criterio y que este sea respetado, con amabilidad y sin sentir culpa. La asertividad está unida a la autoestima, al autoconocimiento y ayuda a mejorar la comunicación.
Pasa con frecuencia y nadie está exento de ello. Decimos sí cuando en realidad quisiéramos decir no; asumimos una carga que pudiéramos haber dejado en el camino sin remordimientos; permitimos que un criterio se superponga al nuestro, cuando hubiésemos querido expresar a gritos lo contrario.
La asertividad es una manera de hacerle frente a todo ello. O en realidad de hacernos frente a nosotros mismos para actuar como en realidad deseamos. El término se ha popularizado en los últimos tiempos como parte de las habilidades sociales que el ser humano desarrolla a nivel personal, familiar o laboral. Pero va más allá.
“Se trata de una forma de expresión consciente, congruente, clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar (al otro)…”, explica el psicólogo Samuel Merlano.
Y para hacerlo se actúa desde un estado interior de autoconfianza, que deja de lado esos sentimientos emocionales como la ansiedad, la culpa o agresividad.
Y para hacerlo se actúa desde un estado interior de autoconfianza, que deja de lado esos sentimientos emocionales como la ansiedad, la culpa o agresividad.
Una persona asertiva, explica Janeth Campoverde, licenciada en comunicación social con una maestría en comunicación corporativa, es aquella que puede defender sus criterios porque tiene pleno conocimiento de sí mismo.
“En muchas ocasiones estamos acostumbrados a satisfacer a las demás personas, por no hacerlas sentir mal. La persona asertiva sabe que puede satisfacer, pero hay ocasiones en las que no puede hacerlo y tiene la libertad de decirlo defendiendo sus posturas, sin sentirse mal”, señala ella.
Asertividad proviene del latín “aserto” que significa afirmar, sostener y dar por asentada una cosa. Y se aplica en todos los planos porque es parte de las relaciones interpersonales.
Olga Castanyer, en su libro La asertividad, expresión de una sana autoestima, la sitúa como una habilidad estrechamente ligada al respeto y al cariño por uno mismo y, por ende, a los demás.
No se trata, señala la autora, de ganar siempre o quedar por encima del otro. La idea es mejorar las relaciones y contribuir también a aumentar la autoestima.
“La asertividad es la capacidad de autoafirmar los propios derechos, sin dejarse manipular y sin manipular a los demás”, indica.
Es un proceso ligado. Para tener una sana autoestima es primordial que la persona se conozca y esté convencida de sus habilidades y debilidades. “Cuando yo conozco mis habilidades como potencialidades sé en qué puedo mantenerme positivamente y en qué cosas tengo que mejorar. Cuando me conozco comienzo a quererme y creo autoestima y autoconfianza”, indica Janeth Campoverde, quien dicta la cátedra de Comunicación Interpersonal y aborda el tema de la asertividad.
Cita ejemplos. Tal vez alguien no sea bueno para hablar en público, pero lo reconoce y se propone perseverar en esa tarea. “Cuando nos conocemos, nos estimamos, confiamos en nosotros mismos, puedo ser más asertivo. Pero estás presentando a los otros tu criterio con toda la amabilidad y respeto”.
Samuel Merlano indica que con la asertividad, la comunicación es abierta a las opiniones ajenas, dándoles la misma importancia que a las propias. Parte del respeto hacia los demás y hacia uno mismo, y plantea con seguridad lo que se quiere, aceptando que la postura de los demás no tiene por qué coincidir con la propia y evitando los conflictos de forma directa, abierta y honesta.
¿Por qué es importante?
Merlano destaca que aprender a ser asertivos permite decir lo que uno piensa y actuar haciendo lo que se considera más apropiado para uno mismo. “Defendiendo los propios derechos, intereses o necesidades sin agredir u ofender a nadie, ni permitir ser agredido u ofendido y evitando situaciones que causen ansiedad”, indica él.
Merlano destaca que aprender a ser asertivos permite decir lo que uno piensa y actuar haciendo lo que se considera más apropiado para uno mismo. “Defendiendo los propios derechos, intereses o necesidades sin agredir u ofender a nadie, ni permitir ser agredido u ofendido y evitando situaciones que causen ansiedad”, indica él.
Permite ser más tolerantes. Se aceptan los errores, se proponen soluciones factibles sin agresividad, y frena pacíficamente a las personas que atacan verbalmente.
Olga Castanyer explica que parte de la culpa de que no seamos asertivos está en la educación, en los mensajes que nos transmitieron desde pequeños. Tradicionalmente en la sociedad a los hombres y a las mujeres se los ha orientado socialmente de forma diferente: a ellos se les acepta que sean agresivos; de ellas se espera que sean pasivas y sumisas.
“Tanto si somos padres como profesores o tutores de niños tenemos la obligación moral de enseñarles a manejarse bien con las demás personas. La asertividad forma un escudo que protegerá de por vida al niño”.
Enseñarlos a ser asertivos, agrega Janeth Campoverde, parte del ejemplo. Los adultos que van a inculcarlo deben estar convencidos de ello y ser asertivos.
CÓMO VOLVERSE ASERTIVO
CÓMO VOLVERSE ASERTIVO
• En las relaciones interpersonales, una de las situaciones que se deben cultivar es la comunicación, indica Janeth Campoverde, especialista en comunicación corporativa. Y dentro de ello es clave saber escuchar, hacer un balance de la situación que enfrentamos y comunicar lo que sentimos.
• Pensar antes de expresar lo que queremos decir; si es necesario hacer notas sobre aquello. Eso produce confianza y disminuye la intimidación de los demás.
• Reconocer los errores ayuda a ser asertivos. Permite superar sentimientos de culpabilidad y ansiedad
Vamos a introducir un ejemplo para que se distingan los momentos de asertividad del video, y así entenderlo mediante un ejemplo práctico: